martes, 26 de julio de 2011

EL BLANCO MAS CARO DEL MUNDO

Qué mejor escenario que un salón del Ritz de Piccadilly para presentar la botella de vino blanco más cara del mundo: un Chateau d' Yquem de 1811 adquirido por Christian Vanneque, un sumiller francés que aprendió el oficio en la mítica Tour d'Argent de París y que ha pagado por ella 75.000 libras (117.000 dólares) a sus anteriores propietarios, la muy selecta The Antique Wine Company que fundó y dirige Stephen Williams.

La operación ha obtenido el certificado de nuevo récord Guinness, superando los 100.000 dólares (unos 68.000 euros) que en 2006 pagó precisamente Williams por un Chateau d' Yquem de 1787. Y es quizá una perfecta alegoría de los tiempos modernos: un viaje que empieza en Sauternes, en la vieja Francia, donde nace el vino; que continúa dos siglos después en Londres, donde el vino es vendido por una compañía británica con fuertes vínculos con Estados Unidos; pero su destino final es Bali, es decir, Asia: el futuro.

Cristian Vanneque está radiante en la pequeña ceremonia de traspaso de la botella en el Ritz de Londres. De estatura modesta, rezuma mucha más modestia que vanidad al hablar de lo que quizás con un punto de mala conciencia llama "una pequeña locura". Asegura que no se ha gastado ese dineral para batir ningún récord "porque cuando acordamos el precio no tenía ni idea de que era la cantidad más alta jamás pagada por una botella de vino blanco; me enteré de eso dos semanas después".

"Tampoco lo he hecho como inversión porque tengo la intención de beberme la botella", asegura. Y ya sabe cuándo, con quién y con qué manjares. "Me la quiero tomar dentro de seis años, cuando se cumplan 50 años del primer día en que empecé a trabajar como sumiller en la Tour d'Argent", explica. Y dice que la quiere compartir con su esposa Agnès, su hermano Daniel, y dos de sus mejores amigos: George, sumiller como él en la Tour d'Argent al igual que Daniel, y otro gran amigo, Stephen Williams, al que ha comprado la botella. Christian espera que al acontecimiento acudan también André Terrail, hijo del fallecido Claude Terrail, el hombre que confió en su olfato cuando aún era casi un chaval en la Tour d'Argent, y David Ridgway, el colega que le sustituyó a él al frente de los catadores de vino del famoso restaurante parisino.

Christian Vanneque ya sabe el arranque y final de la cena. "Seguro que empezaremos con una terrina de foie-gras de oca de los Tres Emperadores y lo más probable es que acabemos con un queso de Roquefort afinado de una granja de Auvernia", explica casi relamiéndose.

La botella viajará mañana a Singapur custodiada en una maleta especialmente diseñada no solo para protegerla de golpes y vaivenes sino para mantener el vino a una temperatura adecuada, sin que sufra por el frío gélido de la bodega del avión ni por el calor tropical de Singapur y de Indonesia. En el salón del restaurante, el Sip Subset Grillo, que se abrirá el 1 de agosto en Seminyak, Bali, una vitrina de vidrio con vistas al océano está ya preparada. No es una botella barata, pero al precio hay que descontarle sus considerables efectos propagandísticos.

Christian Vanneque explica que para él "es como tener un trozo de la historia de Francia en Indonesia y en manos de un francés". "De la historia de la Francia de Napoleón, que era un hombre de mi estatura", bromea. "Piense que en 1811, cuando se hizo este vino, no solo eran tiempos de Napoleón: todavía no existía la luz eléctrica y Beethoven estaba componiendo la Séptima Sinfonía", añade. Y asegura que se ha atrevido a gastarse ese dinero "primero porque sé como conserva Stephen sus vinos y tengo la seguridad de que está en perfectas condiciones y, segundo, porque tengo absoluta confianza en el certificado de autenticidad".

La botella fue abierta y certificada el 2 de febrero de 2007 en presencia de Stephen Williams, del maestro vinícola John Salvi y de Sandrine Garbais, Maitre de Chais de Chateau d'Yquem. Se sabe que se han abierto y reencorchado seis botellas de la añada de 1811 desde 1993, pero no se sabe con exactitud cuántas de ellas aún están por consumir y cuántas han sido ya degustadas por sus propietarios.

Los padres de Christian Vanneque trabajaban en un circo cuando él nació en 1949 y se separaron cuando él tenía 10 años. Se crío con sus abuelos, que tenían un buen restaurante rural cerca de Nancy, al norte de Francia, donde el joven Christian empezó a engancharse al oficio de dar de comer y de beber. A los 18 años entró a trabajar como asistente en la bodega de la Tour d'Argent y tres años después, cuando se retiró el gran sumiller Marcel Bresson, el patrón, Claude Terrail le ofreció a él esa plaza, convirtiéndole en el sumiller-jefe más joven de Francia.

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