Cambiamos el tradicional sombrero de Panamá por el Gorro de seguridad de los arquitectos para empezar el año haciendo la cata de uva más original que he hecho en mi vida.
Se trataba, ni más ni menos, que poder catar, sobre todo desde la fase cromática y visual las uvas del Genial Arquitecto Antonio Gaudí en las alturas de uno de los monumentos más importantes del mundo el majestuoso templo de Barcelona de la sagrada Familia.
Nunca en mi vida pensé ni por asomo poder estar allá arriba en las agujas de la ya nueva catedral de Barcelona, consagrada hace unos meses por el Papa Benedicto XVI y visitada por más de tres millones de personas de todo el mundo.
Acompañados del actual Arquitecto Director Adjunto del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia Jordí Faulí i Oller comenzamos una visita de tres horas que no se la dan ni a los reyes. Empezamos con una explicación teórica de los principios arquitectónicos de Gaudí, sus conceptos de geometría de la naturaleza, y las aplicaciones geométricas de la hipérboles a la arquitectura, como soy un solemne desconocido en este campo no seguiré por este camino pues no diré más que bobadas, la única conclusión es que Gaudi como arquitecto era único, era un genio y era un apasionado de su trabajo hasta llevar sus geniales y únicas ideas a las últimas consecuencias y muestra de ello están sus obras únicas, irrepetibles e inigualables que nadie hasta el momento ha podido superar.
Teniendo en la cabeza la teoría pasamos a la práctica y vimos coma cada una de estas formas, “no líneas” más bien curvas, estructuras, y trenzados de fuerzas se aplicaban en el templo de la sagrada Familia, desde las columnas, los ábsides, los lucernarios fruto de las premisas geométricas a las formas geocéntricas, y todo ello con un matiz inimaginable cada raya, cada boceto, cada trazo en Gaudí es un tratado de teología.
Su arte no es simplemente, belleza, orden natural, arquitectura, es lo que es gracias a la Fe que impregna su obra que explica los grandes misterios de las enseñanzas doctrinales de la Iglesia católica, en la obra de Gaudí, se abre un amplio tratado sobre la Trinidad: Padre Hijo y Espíritu Santo, la redención, el cielo, la gloria, los dones del espíritu santo y sus frutos, la eucaristía y el resto de los sacramentos, en definitiva una catequesis hecha piedra sobre piedra, trazo, sobre trazo, detalle sobre detalle donde lo humano y lo divino se une en las cosas pequeñas, en destellos divinos hechos por la mano del hombre.
Por eso en la Sagrada Familia hemos encontrado el fruto del trabajo del hombre: la vid hecho arte en su forma más auténtica en el arquitecto catalán, la escultura en mosaico, sus uvas, que darán el líquido del hecho más importante de lo que el templo engloba, la sangre de Cristo está en la base de las torres a más de 60 metros de altura como sosteniendo estos estilizadas almenas que rozarán las nubes de Barcelona en un futro cuando más o menos en el 2026 este terminada esta maravilla universal y sus torres puedan darse por concluidas, casi dos siglos y medio después que Gaudí comenzara a soñar con su templo expiatorio.
Tres tipos de uvas majestuosas nos encontramos en las terrazas de la Sagrada Familias, que el público mortal no puede ver y que solo lo muy suertudos podemos observar delante de nuestras narices no se sabe por qué gracia divina y explicada por el mismísimo arquitecto adjunto que actualmente dirige las obras.
Uvas que van desde las tintas o “ull de llebre”, el charelo y el moscatel en blancas. Ahí es cuando nosotros disfrutamos de poder estar a unos centímetros de estos frutos productos del arte universal. Siempre hemos dicho y defendido que la cultura del vino no solo es el mosto, la gastronomía y el maridaje, es el arte la música, la literatura, la poesía, la creatividad y hoy por la gracia divina la arquitectura.
Y cuando veo la vid y el vino convertido en esta obra universal venerada por todo el mundo, pues más que españoles los miles de personas que hoy se rozaron en el templo de Barcelona estaban más cerca de Asía y América que de la península ibérica.
Un sueño, una quimera, un deseo celestial, hacer lo que hicimos, ver lo la luz encendió en nuestros ojos, catar las formas de estas vides terrenas pero muy cerca a ser variedades celestiales de uno de los arquitectos más grandes del mundo, un regalo inmerecido, que no busqué y me lo encontré y que este último día del año.
Nos despedimos de Jordi Fauli i Oller Arquitecto Director adjunto, continuados de la obra de Gaudí en el siglo XXI y que puede pasar a la Historia como uno de los arquitectos jefes que terminaron la obra de Gaudí casi tres siglos después, nos despedimos con el compromiso de que en una de las puertas de bronce del portal de gloria que representarán los siete sacramentos y que tendrá el padre nuestro escrito en más de 70 idiomas, sea el Chiriguano, lengua del oriente Boliviano en el departamento de Santa Cruz, una de estas lenguas.
Teología, arquitectura, literatura, arte,… cultura del vino, así nos gusta ver la enología desde todas las vertientes en catabuenvino. Terminamos y empezamos bien el año, más cerca del cielo.
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