Terminamos el año con una cata en una de las bodegas
particulares más extraordinarias del Mundo la de Don Federico en Can Vilumara , Cabrils (Barcelona). El lugar ideal y los vinos no tanto. Ya que quisimos
estando en España y argumentando lo de la crisis, buscar el vino Reserva que
conjugara la primera declinación en estos tiempos, es decir la relación calidad
precio. La declinación nos salió como
tiro por la culata y como he dicho muchas veces cuando esto sucede se aprende
mucho más.
Tampoco nos salió bien el segundo de la tarde uno de la
tierra concretamente un Crianza del Penedes, no estaba a la altura de la
Bodeguilla ni de nuestros invitados, la verdad que la cata si en lo del verbo
parecio interesante e incluso algunos dijeron que fue buena; en lo que se
refiere a los caldos mejor olvidar si bien la reseña la dejamos por escrito en nuestra sección CATAUNA A UNA.
De quién es la culpa de que en el mundo del vino al igual que
en los toros, cueste tanto que morlacos y caldos salgan bien al albero. Creo
que no es del bodeguero, el tramullo
está en la logística en las góndolas y en los galpones. Es decir que desde que
sale la botella de la bodega hasta que llega al punto final, “usease” – diría el
castizo- el vino se maltrata, villaniza y acaba perdiendo la casta. La mala
guarda, el trasiego, y el aturullo malogran los caldos que con primor y amor se
han cultivado y destetado del terroir originario.
En fin una pena y
desgraciadamente cada día es más difícil comprar buenos caldos y por ende beber
caldos en su punto y apogeo.
Pero todo esto no quita que la cata de Can Vilumara 2011 resultase
un éxito, siempre por el lugar, segundo por el interés y la novedad del
experimento , tercero por el público
asistente que salió con la suficiente lustre de sabiduría para dejar su bisoñez
enológica y empezar nuevos derroteros de
este saber. Gracias a todos y ojala el próximo año, si Dios quiere, podamos
estar alzando aromas, sabores y
cromatismos de esta tan traída y llevada
cultura del vino.
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