Entre volcanes y cenizas, este año miramos el cielo con un nuevo respeto, como si no alcanzara el temor a las heladas, los vientos y los granizos.
No es la primera vez que un volcán irrumpe en la historia del vino. El autor de la famosa frase in vino veritas –en el vino está la verdad– fue Plinio el mayor, un antiguo romano. Murió durante la explosión del Vesubio intentando rescatar a su familia de Pompeya mientras la ciudad quedaba enterrada por cenizas.
El mismo Plinio también había notado in vino, sanitas, el vino da salud. En aquellas épocas, sin agua potable, no cabe la menor duda de que beber vino, o agregarle vino al agua, era lo más saludable. Los romanos también reconocían que el vino inspira más que verdad y salud. “Ningún poema escrito por bebedores de agua puede complacer ni perdurar”, dijo el famoso historiador Horacio hace más de dos mil años.
La verdad es que el vino crea cultura. Si buscamos, encontramos copas de vino en nuestras literaturas, películas y canciones. Puede ser una letra triste de tango, alguien que ahoga sus amarguras en vino, o el mismísimo hidalgo don Quijote en lucha contra botas de vino. Poetas, novelistas, filósofos, músicos y cineastas; todos entremezclan sus creaciones con el vino.
Para compartir, así empieza la “Oda al vino” del gran Pablo Neruda:
Vino color de día,
vino color de noche,
vino con pies de púrpura
o sangre de topacio,
vino,
estrellado hijo
de la tierra,
vino, liso
como una espada de oro,
suave
como un desordenado terciopelo,
vino encaracolado
y suspendido,
amoroso,
marino,
nunca has cabido en una copa,
en un canto, en un hombre,
coral, gregario eres,
y cuando menos, mutuo.
Si abrimos los ojos, encontramos el vino salpicando toda nuestra cultura, en cuentos y música. El vino es cultura. In vino, veritas.
fuente: EL CONOCEDOR
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